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miércoles, noviembre 12, 2014

La tesis: primera parte

Publicado por Yo soy Escribidor |




            Estábamos ahí justo para sustentar lo que, sin duda, era un buen trabajo. Ya se habían suscitado muchos problemas alrededor del proyecto de investigación, pero ahí estábamos. Hacer un proyecto como ése significó la metáfora de un largo camino que recorrimos, no sólo en la universidad, sino en toda una gran etapa de altibajos humanos. 

            En ese instante, una de los evaluadores nos dijo que la coordinadora del programa no encontraba nuestros papeles, “y sin eso no pueden sustentar”. Nos sugirió ir corriendo desde este lejano bloque H a aquel D. “Que les vea la cara para ver si se acuerda”. “Vamos los tres”, dijimos. Marlon y yo corríamos sin reparo frente a la vista de los otros que no entendían una correndilla de ese nivel. Jubeis, por su lado, aceleraba el paso en sus tacones. 

            Hace algún tiempo atrás, en un semestre que no recuerdo comencé mi primer trabajo de investigación que tenía que ver con la escritura y las funciones del pensamiento. Sinceramente, no era del todo mi gusto. Sin embargo, con la asesoría de Jubeis, logré avanzar para poder entregar algo que no fuera vergonzoso para la clase. La profesora en cuestión: Vilma Benavides. 

            No obstante lo bien que me fue, decidí algo que fuera más acorde a mis necesidades y que pudiera, por supuesto, compartir con gusto. Fue ahí cuando, con ayuda de una profesora, pudimos ingresar a un semillero de investigación de Lingüística. En esta ocasión, le echaríamos la fuerza a sacar adelante un proyecto de multiculturalidad. Jubeis y yo comenzamos a avanzar, frente a los vientos y mareas adversos que, en una universidad pública, existen. 

            Estudiar en una universidad pública, en muchos sentidos, es satisfactorio, pero también, frustrante. Existen procesos que uno no entiende, o no hay un direccionamiento claro, o todo es postergable. Ese fue este caso: a pesar de tener un gran anteproyecto, la frustración por el estancamiento era evidente. No había más nada que hacer. Todo ostentaba de ser bueno, pero no había resultados. 

            En la casa de Óscar, meditando en esto, decidimos volver a lo que nos apasionaba más; poco sabíamos que la U tenía otros planes. Allí, decidimos realizar una intertextualidad entre Chespirito y el Quijote. Sonaba bien. Nos gustó. Soñamos un rato. Al comentar a un profesor, nos sugirió también Cantinflas. Lastimosamente, frente a su sugerencia, él apeló al poco tiempo y espacio para su asesoría. Allí comenzamos la búsqueda para seguir adelante. Fue aquí cuando se nos unió Marlon que andaba sin patria y sin horizonte en la Tierra.

            Recorrimos a distintos profesores de Literatura. Todos los consultados, a pesar de resaltar nuestro enfoque, argüían no tener tiempo o estar muy ocupados o que ya no o que quizás por otro lado. En esa búsqueda, pues, decidimos pedirle a la coordinadora que nos asignara un asesor de manera formal; ésta fue Eliana Díaz. Ya nos sentíamos en paz, por poco tiempo, en ese diciembre de 2013.

            Ella revisó y nos puso una cita para un trece de diciembre, si mi memoria no falla (Ya esta fecha es una metáfora). Allí, previa lectura del texto, nos dijo que era conveniente cambiar el proyecto porque requería mucho tiempo, y leer más de la cuenta, reuniones interminables con otros grupos que ella asesoraba, investigar como siete meses y luego escribir. Si decidíamos continuar la tesis anterior –la de Chespirito-, ella nos sugería buscar otro asesor. “A esa altura de la vida, en diciembre, imposible”, pensé. Buscando, pensando, resignándonos, decimos lo impensable: cambiar la tesis1: ahora sería de la poesía negra de Jorge Artel, con un adelanto en enero. La decepción no hizo espera. 

            Muy a pesar de los tambores de Artel, que resuenan con poder, los antecedentes eran de un absurdo aburrimiento. Tanto así que la Literatura perdía forma. Renunciamos. Carta en mano, adiós, un divorcio anunciado. 

            Volvimos a lo simple. Trabajo duro: un proyecto educativo. Escritura. Un nuevo asesor que nos rechazó. Nueva asesora: Vilma Benavides, mi primera profesora de investigación. “Yo te lo dije, David”, con una rabia de mamá que sabe lo que dice, “las cosas aquí son así, pero ustedes son tercos”, “¿Y quién es ese Marlon?” finalizaba. Tenía razón. 

            Y ahora corríamos a buscar los papeles que no aparecían…
            


1     1. Nuestro trabajo de investigación decidimos llamarlo así, a pesar que muchos han dicho que no era una tesis; seguimos en lo nuestro: tesis y se acabó.

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Porque al que se le conoce hoy como profeta se le llamaba vidente: